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Mostrando las entradas de diciembre, 2020

Lurk Lanzadelalma

 Muchos fueron los años que caminé este y otros mundos y, a pesar de que fueron siglos, qué digo siglos, milenios, en todo ese tiempo no hice más que intentar comprender y comprenderme. Hice cosas malas, atroces, podría culparlos a ellos, a los demonios, a mis demonios-  Podría decir que no quise hacerlo, pero estaría mintiéndome en un patético intento por sobrellevar la culpa. Si, fue mi culpa, quise hacerlo, todas y cada una de las decisiones que me llevaron a transitar la senda por la que anduve fueron mías y de nadie más. Justamente por eso, porque fui quien decidió, es que tengo la posibilidad de redimirme. No, no de reparar el daño causado, no de cubrir con buenas acciones, sacrificio y puede que algo de gloria aquello de lo que me arrepiento. No, de redimirme con mi propio ser, de comprender por qué me corrompí y de tomar ahora decisiones distintas. Para redimirme, entonces, debo comprender, y, para esto, debo pensar, analizar, meditar sobre el porque de los aspectos más obscuro

Guerra en el Paramo 1

  Luego del incidente en la necrópolis no tuvimos más opción que dejar Feralis a través del Paramo.  Aquel lugar sin tiempo propio donde todos los hoy confluyen y donde habita la Niebla.  Allí, en aquella suerte de purgatorio, se estaba librando una de las guerras más importantes para la humanidad de todos los mundos.  Presisamente allí la Dama estaba el más intenso de los frentes de batalla que aquellos seres habían abierto. Las noticias no eran para nada alentadoras, las tropas de Belbusel habían pergeniado una estrategia para sortear el sortilegio de aislación que los Caballeros habían construido alrededor de la realidad de nuestro mundo.  Un sortilegio que, gracias al sacrificio de seis de los líderes de la Orden, se había mantenido activo por milenios y, si bien comenzaba a debilitarse, seguiría cumpliendo su función por unos cuantos milenios más. La astucia de los hermanos, particularmente la de Belbusel, había encontrado una solución al problema del conjuro.  Atacar el mundo hum

Antonio: el nacimiento del Fénix

  A veces es necesario perderlo todo para surja el valor que transforma a una persona común y corriente en un héroe. Esto fue lo que le sucedió a Antonio, lo tenía todo, una esposa, una hija hermosa, un trabajo en el que podía considerarse exitoso, ambiciones y planes. Sin embargo así como le sonrió la fortuna también le mostró su burlona sonrisa la desgracia, y así, de un segundo a otro Antonio pasó de ser el hombre más feliz sobre la faz de la tierra a la sombra rastrera de un ser sin Fe, sin otro sentimiento que el dolor que la más profunda de las heridas espirituales puede causar. Como todos Antonio había desarrollado la habilidad de utilizar una máscara que ocultaba del mundo aquella cosa agónica y desbordante de angustia en la que se había convertido. Ya no vivía, tan sólo transitaba sin otro propósito que esperar su muerte. No la deseaba, ni a su muerte ni a cosa alguna, había perdido el deseo, ni siquiera le importaba el bienestar de los otros. No buscaba su mal, pero tampoco h

La última noche

 -No puedo dormir. No quiero dormir.- y el temor que atenazaba su corazón, su alma, se hizo palpable en su rostro. Lo cubrió como si de una incorpórea y translúcida película de talco se tratase. -¿Por qué?- le pregunté -Soñar es lindo y hace bien- dije forzado mientras comenzaba a intuir lo que verdaderamente pasaba. -Porque ellos viven en los sueños- dijo confirmando mis temores. -ellos los convierten en pesadillas y te quieren retener allí- dije completando la frase de la pequeña. -No te preocupes- agregué en un vano intento por tranquilizarla. -Soy… Somos más fuertes que ellos- era cierto, pero aquello no significaba que sería fácil. Ni siquiera significaba que nuestras probabilidades de sobrevivir fueran altas, yo había escapado durante treinta y ocho años y creo que fue más suerte que habilidad. Por supuesto no podía decirle eso a la pequeña, si quería sobrevivir lo primero que debía aprender era a levantar los muros, y debían ser perfectas puesto que aquellos depredadores eran ex

Los héroes de Bastión Nevado

 La opresión de la segunda noche era terriblemente feroz en Bastión Nevado. Su ubicación geográfica, en el extremo norte de la civilización, separado por escasos cuatro días de viaje de las tierras muertas y por siete del poblado más cercano y rodeado de tundra, bosque, frío y nieve, sumada a la maldición que representaba la presencia de una jauría de Vaciadores que habían decidido hacer de aquellas tierras su zona de caza, hacía que la perversidad inherente a la segunda noche se multiplicase a niveles tal que sólo los hombres y mujeres más duros pudieran sobrevivir allí. Los Vaciadores eran lo peor. Los aguerridos pobladores de Bastión Nevado honraban su renombre con la sangre de sus enemigos. Fuesen estos no vivos, integrantes de la raza maldita o cualquiera de las innombrables deformidades que el Señor de la Noche lanzara contra ellos. Sin embargo los Vaciadores eran algo distinto, se desconocía su origen, aunque se suponían obra de Nokto o de algún otro necromante o peor aún, un ni

Lechiguana

  El avión surcaba el mar de nubes que se extendía casi hasta el horizonte. Desde abajo se apreciaba como una tormenta negra y peligrosa, desde arriba, desde la ventanilla por la que miraba ella, semejaba a las n valle de algodón. De repente algo sucedió, un fuerte chasquido sonó en el lado izquierdo seguido de una brutal sacudida, el motor se incendió y luego se detuvo humeante. Fue apenas por unos segundos pero estaba segura de lo que había visto. Un hombre flotaba entre las nubes. Un salvador, pensó, pero descubrió que en realidad se trataba de su verdugo cuando un rayo de energía abandonó las manos del sujeto y golpeó el motor derecho. Todo fue condición a partir de aquel instante, gritos, rezos y un avión que caía en picada hacia las montañas. Por un minuto maldijo su apego a lo material y la idea de viajar a Chile de shopping. Recuperó la conciencia entre restos humeantes, vio cadáveres o partes de ellos rodeándola y tuvo que hacer un esfuerzo tremendo para no caer presa del páni

Anael (1)

 Nací siendo un demonio, y antes, quizás por autocompasión, solía pensar que todos quienes habitaban alguna vez los cuerpos terrenales lo hacían de esta manera. Comenzando como bestias apegadas a sus más íntimos y salvajes instintos carnales. Ansiosas por satisfacerlos con una voracidad insaciable.  Así pensaba este alma antigua, sin embargo hoy dudo de esos pensamientos puesto que he cruzado en mi camino criaturas jóvenes dueñas de una bondad asequible sólo tras incontables vidas. Nací demonio, fuí humano y moriré ángel. Quizás esta sea la Ley, quizás sea así para todos, no lo sé y permítanme descreer de aquel que afirme ser dueño de este conocimiento, pues es, en mi opinión, muy íntimo del Único. Lo peculiar en mí es la inmortalidad de mi ser carnal. Milenios pueden contar mi existencia en este y otros mundos, pero siempre, siempre habité el mismo cuerpo y, en términos humanos, no morí jamás. Fue y continúa siendo un camino lento, difícil y doloroso. Si, esa es una constante, el dolo

Cuervos de la tormenta

 La Vieja Guardia, aquella orden a la que perteneció el gran Mikael Lawrence, posee, entre sus miembros a los Cuervos de la Tormenta. Poderosos magos, hechiceros y druidas que dominan a la perfección el arte del cambio de forma así como también el uso de gélidos hechizos que hacen del frío una de sus más mortíferas armas. Hay quienes dicen incluso que puedes distinguir a un Cuervo de la Tormenta por el helor que mana de sus pechos, hay, también, quienes los consideran incapaces de albergar en su interior algo similar a la pasión y aseguran que podrían verse arrasados por un gigantesco huracán y aún así sus heladas venas impedirían que en sus corazones surgiese la menor de las emociones. Habladurías, diría el Archimago Rosso regente del segundo círculo, y es que su historia, la cuál sólo pretendo esbozar en este texto, es una clara muestra de que si hay algo que alberga el corazón de los Cuervos es el candor provocado por los más poderosos rayos de las más feroces tempestades.. Orazio e

Xamael

  Siempre me dije y creí de corazón que podía perder, que podían ganarme, pero que nunca, jamás me derrotarían, porque la derrota implica mucho más que perder una batalla e incluso una guerra, implica perder la voluntad de luchar, la voluntad de seguir adelante, la voluntad misma.  Implica el sometimiento a una realidad que no nos gusta pero que no podemos más que aceptar y hoy, hoy tengo miedo de estar al borde de la derrota.  En soledad, me enfrento a cosas que siento me superan por mucho y aunque siempre me consideré invencible, imbatible, hoy siento que quizás ya no tenga las fuerzas que supe tener antaño.  Quizás hice las cosas mal, quizás su ausencia es más de lo que estoy preparado para soportar, quizás los poderes que antes manaban de mi hoy se agotan y se pierden producto de una herida que en lugar de cerrarse y cicatrizar se abre un poco más cada día.  No hay aliados que me ayuden, no hay aprendices que sigan mi camino, no hay quien responda a mi grito de ayuda, no lo escucha