Guerra en el Paramo 1

 Luego del incidente en la necrópolis no tuvimos más opción que dejar Feralis a través del Paramo.  Aquel lugar sin tiempo propio donde todos los hoy confluyen y donde habita la Niebla.  Allí, en aquella suerte de purgatorio, se estaba librando una de las guerras más importantes para la humanidad de todos los mundos.  Presisamente allí la Dama estaba el más intenso de los frentes de batalla que aquellos seres habían abierto.

Las noticias no eran para nada alentadoras, las tropas de Belbusel habían pergeniado una estrategia para sortear el sortilegio de aislación que los Caballeros habían construido alrededor de la realidad de nuestro mundo.  Un sortilegio que, gracias al sacrificio de seis de los líderes de la Orden, se había mantenido activo por milenios y, si bien comenzaba a debilitarse, seguiría cumpliendo su función por unos cuantos milenios más.
La astucia de los hermanos, particularmente la de Belbusel, había encontrado una solución al problema del conjuro.  Atacar el mundo humano por el único lugar que no podía ser sellado, por la Fuente de Almas, aquel lugar por el que todo alma descarnada ingresa al mundo para reencarnar.
Los demonios se habían encargado de levantar un bastión en el Páramo.  Un Bastión que habían sabido proteger de la Niebla y en el que habían acumulado fuerzas día tras día.  Su objetivo era acumular un ejercito lo suficientemente poderoso como para derrotar a los Guardianes de la Fuente y así entrar en tropel al mundo humano invadiendo los cuerpos de aquellos no natos que todavía no habían fortalecido sus lazos anímicos.
La Dama había conformado también sus fuerzas e intentaba apoyar a los Guardianes tanto como le era posible.  Sin embargo ella no alteraba el ciclo de reencarnaciones y por esto sus tropas eran menores.  Además estaba la Niebla que absorbía los recuerdos de las almas preparándolas para volver al mundo físico en otro dónde y cuándo.  Muchos de sus propios guerreros habían caído víctimas de ella y hoy pululan por el Páramo como espectros errantes en busca del camino que los devolverá a la vida material.
Así, en ese contexto, llegamos al Páramo, fue por eso que me vi forzado a invocarlos, a llamar a todos los Caballeros y a llevarlos con sus vehículos carnales al Páramo.  
Las batallas fueron intensas pero los mantuvimos a raya… O al menos eso creímos hasta que fue demasiado tarde.

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