Los héroes de Bastión Nevado
La opresión de la segunda noche era terriblemente feroz en Bastión Nevado. Su ubicación geográfica, en el extremo norte de la civilización, separado por escasos cuatro días de viaje de las tierras muertas y por siete del poblado más cercano y rodeado de tundra, bosque, frío y nieve, sumada a la maldición que representaba la presencia de una jauría de Vaciadores que habían decidido hacer de aquellas tierras su zona de caza, hacía que la perversidad inherente a la segunda noche se multiplicase a niveles tal que sólo los hombres y mujeres más duros pudieran sobrevivir allí.
Los Vaciadores eran lo peor. Los aguerridos pobladores de Bastión Nevado honraban su renombre con la sangre de sus enemigos. Fuesen estos no vivos, integrantes de la raza maldita o cualquiera de las innombrables deformidades que el Señor de la Noche lanzara contra ellos. Sin embargo los Vaciadores eran algo distinto, se desconocía su origen, aunque se suponían obra de Nokto o de algún otro necromante o peor aún, un nigromante. Los Vaciadores tenían un aspecto lobuno pero de un tamaño tres o cuatro veces mayor, su pelaje era duro, su rostro una calavera animal con afilados dientes casi tan mortales como sus garras. Sin embargo no era esto lo que volvía a estas bestias no vivas tan temibles, no, lo que hacía de los Vaciadores lo que eran eran dos habilidades más. La primera es que eran capaces de utilizar la magia, la segunda es que se alimentaban de ella y del mismo alma que poblaba a los seres vivientes. Un Vaciador podía absorber tu esencia en apenas segundos, algo terrible no solo por significar la muerte sino porque aquella aberración significaba simplemente dejar de existir física y te espiritualmente.
Esta historia ocurre allí, en Bastión Nevado, en una noche de aullidos en la que la vida de Bastión Nevado cambiaría para siempre, pues con la victoria sobre los Vaciadores también llegaría la condena del poblado y, aquel sitio que había permanecido inexpugnable ante las fuerzas del mal, sería por fin corrompido, se alejaría de la Senda de Lupus y caería por fin.
Eran seis extraños personajes los que golpeaban las puertas de la empalizada que rodeaba al pequeño poblado. Eran escoria, mentirosos, malvivientes y asesinos que servían sin duda alguna a alguno de los necromantes. dijeron ser comerciantes, tener noticias de los pueblos más al norte, incluso nombraron a uno de ellos. Era claro que no venían de allí. Sus últimos supervivientes habían partido rumbo a la capital hacía ya cinco noches. Sin embargo el Protector ordenó que se les permitiera el paso y así se hizo. Como todo el mundo supuso no fueron capaces de acercarse siquiera al templo, la reliquia que allí se escondía no sólo purificaba el agua y la tierra que le daban sustento a Bastión, sino que también escudaba al templo contra los servidores del mal. Por aquel motivo los pobladores sólo ocupaban sus casas durante el día desde la llegada de los Vaciadores.
El Protector había ordenado se les dejase ingresar al poblado, pero también había dicho que se los debía vigilar y que, por supuesto, sus invitados no debían sospechar que sabían de donde provenían realmente. Se les ofreció cobijo y hasta se les permitió montar su farsa de comerciantes ambulantes dándoles permiso y lugar para exhibir sus mercancías. Como era de esperar ningún pueblerino se acercó a comerciar con los extraños y las miradas desconfiadas y recelosas que les dirigieron bastaron para hacerles entender que no habría ventas aquel día.
Las campanas del templo sonaron graves y urgentes al caer la noche y todos los habitantes de Bastión Nevado dejaron lo que estaban haciendo y se dirigieron sin prisa pero sin demora al interior de la construcción que clamaba por ellos con el grito de sus campanas. Los forasteros fueron alojados en la prisión debajo de las barracas. Los lobos y el gigantesco Ogro bicéfalo pasarían la noche encerrados bajo llave, el resto tendría libertad pues así lo había ordenado el Protector.
Sobre la escalera que descendía a la prisión los soldados colocaron un grueso tablón a modo de trampilla improvisada, resultaba obvio para los moradores de la prisión que en Bastión Nevado no solían hacer prisioneros. El más tonto de ellos supondría que sería a causa de una extrema hospitalidad, aquel que tuviera más luces se habría percatado del talante guerrero y marcial de los pueblerinos y comprendería que las razones para la falta de prisioneros sería bastante más obscura.
El Protector sabía que se debilitaba día a día. Sospechaba incluso que la aparición de los Vaciadores tenía como objetivo agotarlo lentamente, y es que desde la aparición de las criaturas era mucha la energía que debía emplear en sus sortilegios protectores y, si bien la reliquia lo ayudaba, las horas de sueño diurno no le alcanzaban para reponer sus fuerzas. Sabía, por lamentable experiencia, que cuando las bestias se saciaban no aparecían por varios días, fue por eso que agradeció a Lupus la llegada de aquellos que decían ser comerciantes pero que hedían a muerte, ellos servirían para aplacar el hambre de los Vaciadores y le darían a él el suficiente tiempo para recuperar fuerzas. Fue entonces, en el preciso instante en que el Protector aceptó esa idea en lugar de rechazarla, que el destino de Bastión Nevado se volvió nefasto y sangriento.
Un lobo, un humano y un Vaciador morirían aquella noche, otro de los hombres sufriría lesiones horribles que deformarían su rostro de por vida y con su Protector corrompido Bastión Nevado caería meses después.
Los rasguños sobre la tabla indicaban con total claridad que las bestias los habían descubierto. Era sólo cuestión de tiempo para que la madera cediera y las criaturas tuvieran acceso a las celdas, mientras tanto uno de los hombres intentaba burlar con éxito las cerraduras con el fin de liberar al Ogro y los lobos. Para cuando las garras atravesaron la gruesa madera los combatientes se hallaban preparados para pelear por sus vidas, sin embargo su ignorancia les impidió reconocer a su enemigo y eso provocó que hubiera más bajas de las necesarias. El mago utilizó hechizos directos con los cuales las bestias se alimentaron y fortalecieron, los guerreros no coordinaron sus ataques dejando a sus adversarios con mayor libertad para esquivarlos, pero conforme avanzaba el tiempo la organización comenzó a fluir por instinto y por la figura de quien tomó la iniciativa del liderazgo. Con brutales golpes y trabajo en equipo lograron por fin quebrar la armadura mágica de uno de los Vaciadores y entonces, ya expuesta la carne, todo fue más sencillo. El segundo animal habiendo despachado a uno de los lobos y viéndose superado en número por un grupo que había aprendido rápidamente como combatirlo decidió retirarse. Lo hizo en apenas un instante, recurriendo al poder arcano y salvaje de la magia.
Cuando el sol despuntó y las gentes abandonaron el templo hubo fiesta, por primera vez en muchos años, en Bastión Nevado. Los malvivientes fueron tratados como héroes, algunos recibieron incluso la bondad de algunas mozas, no los más feos, no, a ellos se les siguió mostrando desprecio y a ninguno de ellos la milicia dejó de vigilar. Se atendieron las heridas del mago, pero sin utilizar la magia de restauración que poseían el Protector y sus aprendices dejando así la vida del hombre en manos de Lupus, quemaron a los muertos, animal, no vivo y humano por igual y aprovicionaron al grupo cuando este decidió partir aún cuando el Protector se mostrara muy insistente en su permanencia en el poblado.
Pasó un buen tiempo sin que los Vaciadores volvieran a Bastión, un tiempo que el Protector había usado para reponerse, pero también para atar la voluntad de sus aprendices. La voz le había advertido que los Vaciadores volverían y que esta vez no habría héroes ajenos que sacrificar, entonces deberían buscar mártires capaces de dar su vida por Bastión Nevado.
Los secuestros y sacrificios terminarían por provocar una revuelta sangrienta, el Protector huiría al norte, hacía la tierras muertas guiado por la voz que resonaba en su mente, una voz que lejos de ser sagrada llevaba en ella la más impía de las naturalezas y así, con aquel acto heroico llevado a cabo por algunos de los peores villanos, Belbusel comenzaría su regreso al plano de los hombres.
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